CUENTO: continuar viviendo ( no se que título poner)

El ambiente estaba algo apagado, no, más bien muy apagado pues no diferenciaba más de dos o tres sombras que caminaban con lentejuelas colgando de sus zapatos. Un helecho gigante del tamaño de tu mirada me sonreía lentamente, con toda la paciencia del mundo, como si desde su nacimiento, hace mil años, vaya esbozando esa sonrisa.

Un foco se prendía allá a lo lejos, le faltaba energía, no terminaba de lograrlo, nunca había pensado en todo el desgaste que aquello podría costarle.
Paulatinamente se fueron derritiendo todas las copas de nieve que impalpables e inalcanzables temían su pronta muerte, que de forma insensible van esperando, sumidas en deseos jugando a ser luciérnagas cayendo cada segundo.

Un gato, aun sin color, me miraba ciegamente desde mi regazo, perdido, desorientado, hambriento, asfixiado, haciendo de este un momento orgiástico, pudiendo sentir los segundos como algo más que segundos. Aquel gato estaba mojado, desnudo, defraudado, quien sabe, quizás minutos de existencia, recién salido del vientre materno, o peor aún, del mar, todavía mareado, mareado y ciego, yo no se porque.

El foco ha logrado prenderse al fin, después de tanto tiempo de espera. El gato salió corriendo, buscando desvanecerse en lo oscuro, retando a la luz en velocidad. Todavía lo veo, aunque ahora yo siendo el cegado. Maldito foco gigante que me ha trastornado, tengo hambre, me siento asfixiado. Ahora solo soy yo, volviéndome helecho, jugando con el tiempo, siendo gato, manteniéndome a la espera de un nuevo mundo.

Aun cegado por la luz, me levanto en busca de un nuevo cariño, una nueva compañía. Atrás mío, una imagen borrosa me deja aturdido, desorientado, me mantengo mirándola en su regazo, me acaricia, el tiempo es eterno. La imagen solo espera, igual que el helecho igual que el universo, calmado con toda la tranquilidad del mundo.

Se hace de noche, se hace de día, mueren luciérnagas, salgo corriendo.