Buscó dejar una huella, pero nadie la recuerda

Era una niña pequeña la que ya no sabía como seguir existiendo. Un día agarró el lápiz debajo de su almohada y se puso a dibujar una oveja, luego dos, tres, cuatro y así contaba millones y luego caía dormida. Era una niña que cada mañana sostenía el lápiz y se ponía a escribir poesía, primero un poema, luego dos, luego tres y cuantos necesitaba para alimentar su alma. Ella no conocía la comida humana. Era una niña que no iba a la escuela, solo tomaba el lápiz y creaba, dibujando en una pared todo el mundo que podía soñar. Era pues ésta, una niña que su familia y amigos habían abandonado y al ser paralítica, encerrada en una habitación solo pudiendo mover su brazo, decidió abandonar el mundo con un pequeño autorretrato, luego dos, tres y así hasta que hubo todo terminado.